viernes, 20 de junio de 2014

Grupo Escultórico de La Salle. Obra finalizada.



Cuando el hermano Diego me habló de la posibilidad de realizar un grupo escultórico a tamaño real, representativo de la labor educadora de San Juan Bautista de La Salle, afloró en mí un doble sentimiento.
Por una parte, la enorme ilusión de la próxima obra de arte a realizar,  y por lo que la presentación de ella debe significar para aquellos que la contemplen.
No obstante, también me abrumó la responsabilidad de acertar a comunicar en mi trabajo, la entrega a la juventud del fundador de la Comunidad de Hermanos de las Escuelas Cristianas. Su empeño por mostrar con nitidez a los jóvenes el camino a seguir.Su condición de pedagogo excepcional, que movió a Pío XII a nombrarlo Patrón Universal de los Educadores.
En definitiva, mi reto habría de ser tratar de acercarme al Santo de Reims que, como buen docente, fue también un consumado comunicador.Comunicar como él lo hizo sería crucial en mi tarea.
Con tal propósito leo atentamente la biografía de San Juan Bautista de La Salle,  que se me revela como una persona de preclara inteligencia, dotada de valores verdaderos y trascendentes, generoso en extremo y dispuesto a entregarse a los demás.
Esto le permite ver a Dios al final del camino. Por amor a Él se empeña en encauzar la trayectoria vital de sus educados.
Por ello pienso que en esta obra he de trabajar bajo esta premisa.
Siempre me ha llamado poderosamente la atención, la profundidad psicológica de las cabezas de algunas esculturas de los grandes maestros.A menudo me he preguntado cómo se consigue esto, y trato de encontrar respuesta, porqué una escultura, sin necesidad de hablarte, puede decirte que el representado es poseedor de grandes virtudes.
Esta idea es para mí el concepto, la esencia, el alma de la obra. Es esto lo que debo buscar y ser capaz de encontrar.
El motor que habrá de impulsar los diferentes pasos del proceso de ejecución: la composición, el modelado, la talla, el estucado, la policromía…
Hoy me complace presentarles el resultado de mi quehacer en los últimos meses, y confío en haber sido capaz de comunicar la idea que ha bullido en mi cabeza durante todo este tiempo.
He representado al Santo con la apostura y dignidad que conciernen a su condición, en la plenitud de la edad, en el vigor necesario para acometer su tarea docente, con frente amplia y ojos claros y penetrantes de quien se siente portador de la verdad.
Sus labios finos esbozan una sonrisa de cercanía, de complicidad con sus alumnos, subrayando este exterior amable en el que se aúnan la inteligencia y el amor.
Lo he tallado portando el Evangelio, fuente de la verdad y del magisterio de Jesús, en la mano izquierda, mientras extiende el brazo derecho para mostrar a sus alumnos la senda del conocimiento.
Con esta misma intención lo represento en actitud itinerante, avanzando decidido hacia la Verdad, buscando al mismo tiempo una escena dinámica que provoque el interés del espectador.
Por otra parte, como muchos de ellos serán jóvenes, conviene que éstos sean en el grupo escultórico, un ejemplo elocuente de las bondades de la acción. Este es el motivo por el que he querido dotar a los niños de una carga de belleza formal, ejemplo de la idealización de la realidad, de la seducción por la belleza que ha caracterizado a la estatuaria andaluza de todos los tiempos.
Así mismo, es lo que me ha llevado a utilizar unos colores fuertes y vivos,  pero armoniosos.
Aunque mis obras tienden a ser deudoras de la estética barroca, siempre siento la necesidad de dejar en ellas constancia de nuestro tiempo a través de técnicas y materiales contemporáneos.
Así he tallado pero también modelado en algunas zonas la madera, tratándola de forma mecánica y laminándola, lo que me ha permitido conseguir ricos efectos plásticos de profundidad y naturalidad, incorporando texturas que dan vibración a las telas y crean ricos matices.
En la imagen de San Juan, he jugado con los tonos que dentro de mis preferencias, mejor se adaptan a las texturas provocadas sobre el soporte, y  en ello he vuelto la vista a los orígenes, utilizando no solo pinturas comerciales, sino recurriendo a la fórmula tradicional de diluir en aceites los pigmentos naturales.
No sin pudor, pues no me resulta cómodo hablar de mi producción, he hecho un breve recorrido por la gestación y desarrollo de la obra que tienen ante ustedes.
Les aseguro que no he escatimado dedicación y esfuerzo; el trabajo ha llegado a ser extenuante en los últimos días.
En fin, aquí la tienen, confío en que hable por mí y con más propiedad.
Mírenla, analícenla, júzguenla.
Si llega a merecer su aprobación y contemplarla los deleita, se habrán colmado mis expectativas y, al fin, esta noche podré dormir plácidamente, con el sosiego del que ha cumplido con la tarea encomendada.

Muchas gracias.


















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